la almohada sedosa
me acoge todas las noches
las sabanas húmedas de lascivia de todos aquellos cuerpos que la visitaron,
las gotas se espanzurran contra el cristal, dándose por muertas y entregándose al final de sus vidas,
las persianas comienzan a darse por cerradas y a cubrir los inmuebles de dentro,
las chimeneas centellean humo viscoso , penetrante
una joven asoma por una ventana,
habitación que empieza a inundarse de calor postizo